Breve introducción: Integración termodinámica es un método computacional muy claro que se utiliza principalmente para calcular las diferencias de energía libre entre los estados objetivo y de referencia de los sistemas clásicos de muchos cuerpos, como los gases y los líquidos. La idea clave es la siguiente: la energía libre es una cantidad térmica (es decir, no expresable como promedios de las coordenadas del espacio de fase) y, por tanto, no se puede medir como tal de forma experimental o numérica. Pero las derivadas de la energía libre sí pueden medirse, por ejemplo, en el conjunto canónico la derivada de la energía libre de Helmholtz con respecto al volumen nos da la presión, que es medible tanto experimental como numéricamente. Al poder calcular dichas derivadas, se utilizan entonces métodos de integración termodinámica para calcular las diferencias de energía libre a lo largo de trayectorias reversibles (en el plano de cualquier tupla de variables naturales) que conectan un estado de referencia del sistema (es decir, uno para el que se conoce realmente la energía libre) con un estado deseado objetivo (cuya energía libre queremos comparar con el estado de referencia). Todo esto suena hasta ahora bastante natural, pero el truco de la integración termodinámica, y quizás su fuerza, reside en el hecho de que mientras queramos calcular las cosas numéricamente y, por lo tanto, no estemos atados a las limitaciones experimentales, uno no está limitado a los caminos físicos, sino que cualquier parámetro $\lambda$ en la energía libre puede utilizarse (como variable dinámica) para realizar la integración termodinámica, siempre que la función (energía potencial o energía libre) admita una derivada respecto a la variable elegida. Generalmente se expresa este método de la siguiente manera:
Parametrizamos la energía potencial del sistema en función de cualquier parámetro $\lambda$ sea física o no, entonces teniendo dos estados en mente, siendo el estado (1) la referencia (obtenida cuando $\lambda = 0$ ) y el estado (2) el estado objetivo (obtenido cuando $\lambda = 1$ ) cuya energía libre nos interesa, escribimos: $$ U(\lambda) = (1-\lambda)U_1 + \lambda U_2 \tag{(1)} $$
entonces, por ejemplo, si tomamos la energía libre de Helmholtz parametrizada $F(\lambda),$ se puede demostrar que la diferencia de energía libre es
$$ F_{\lambda=1} - F_{\lambda=0} = \int_{\lambda=0}^{\lambda=1} d\lambda \left\langle \frac{\partial U(\lambda)}{\partial \lambda} \right\rangle_{\lambda} \tag{(2)} $$
donde $\langle \rangle_{\lambda}$ es una media de conjunto sobre el sistema con la función de energía potencial $U(\lambda).$ La afirmación que se hace a menudo en la literatura es que, tales integraciones termodinámicas son válidas utilizando cualquier función $U(\lambda)$ siempre que sea diferenciable y satisfaga las condiciones de contorno (para los estados de referencia y de destino).
Pregunta: Desde un punto de vista puramente conceptual, no tengo ni idea de lo que está pasando aquí. ¿Cómo es posible que podamos parametrizar la energía libre/energía potencial mediante parámetros no físicos y aún así conseguir medir correctamente la diferencia de energía libre entre dos físico estados de un sistema? Intuitivamente, habría esperado que si el método de integración termodinámica se realiza utilizando parámetros no físicos, entonces se obtendría un sinsentido, es decir, la predicción de configuraciones de equilibrio erróneas como ejemplo. Pero, de alguna manera, todo esto es posible y se utiliza habitualmente en la física computacional. Sólo trato de entender por qué este método puede funcionar con tanta flexibilidad.
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¿Qué parámetros no físicos? ¿Puede dar un ejemplo? La pregunta es tan genérica que es bastante difícil de empezar.