Evidentemente, es difícil estimar la importancia de una medición de este tipo si aún no se ha establecido la base de la propia constante de estructura fina, ni se ha comprendido la razón de su valor numérico en un contexto empírico específico. He aquí por qué podría ser más importante de lo que se cree.
En efecto, ese valor puede calcularse o deducirse enteramente a partir de los primeros principios, en la mente por así decirlo, a partir del análisis de un modelo geométrico particular de la realidad imaginada como un espacio universal unitario concebido como un campo; y si te interesa, como deberían hacer los auténticos científicos, puede demostrarse fácilmente.
Brevemente, el valor de ese FSC se deriva de la modificación de manera bastante directa -- aunque discutible en el detalle -- de una simple relación geométrica central a ese modelo (que es una estructura recíproca de tipo enrejado cúbico) entre un componente de onda lineal específico y el equivalente de una onda fundamental implícita en la concepción.
Sin embargo, desde un punto de vista experimental práctico, esta relación también implica una relación en frecuencia entre ese componente de onda y un componente residual que surge en la elaboración de un ciclo de onda definido por la escala de esa onda fundamental que es precisamente 137:1; y es esta relación la que pertenece directamente a la implicación del FSC en la derivación teórica del factor "ge" del electrón tal como se aplica entonces a los escenarios físicos.
La razón es que la frecuencia de precesión del electrón en un campo magnético B dado será función de la relación en frecuencia de aparición entre esa componente de onda primaria y la componente residual que se elabora en un ciclo de onda, ya que esa última componente residual o resultante define las propiedades del espín intrínseco del electrón como un efecto de onda real en este modelo, un efecto real en la progresión y recurrencia de la onda.
La componente de onda primaria se produce exactamente 137 veces en un ciclo de onda, y este número requiere una modificación en función de la escala relativa de esa progresión del propio ciclo de onda, que se caracteriza por una propiedad real del momento angular, con respecto a una referencia dada. Es la escala relativa de esta progresión en componentes residuales incrementales para cada ciclo de onda sucesivo lo que determina todos los fenómenos básicos descritos en la teoría QED: las propiedades de la luz y la materia, los fotones y los electrones.
Para apreciar lo que aquí se entiende por ciclo de onda, si el componente primario de la onda representa un efecto, digamos un componente de rotación, que se acumula incrementalmente a lo largo de dicho ciclo en 137 operaciones sucesivas de "interferencia" entre 2 vectores fundamentales correspondientes a componentes de distribución de una fuerza universal singular ("cohesiva") interpretada en el marco de este modelo -- es decir, 137 operaciones de divergencia, 137 de convergencia entre estos vectores que surgen en ejes cúbicos dispares en el modelo --, entonces si el componente primario es análogo a 1 céntimo, entonces el ciclo de onda representa 1 dólar, 137 operaciones de divergencia, 137 de convergencia entre estos vectores que surgen en ejes cúbicos dispares en el modelo --, entonces si el componente primario es análogo a 1 céntimo, entonces el ciclo de onda representa $1.
Sin embargo, este ciclo de ondas tiene la particularidad de que no es precisamente recurrente; estas 137 operaciones producen una resultante residual (~1/8 de la escala del componente primario) con respecto a una referencia implícita que puede tomarse como fija para la escala de energía de la QED; de modo que el propio ciclo de ondas progresa según la escala relativa de esa resultante con respecto a sí misma. Este efecto es similar al de un ciclo astronómico como la precesión del punto equinoccial, que se aproxima a la recurrencia relativa al fondo celeste a lo largo de 25.771 años y, sin embargo, no es precisamente recurrente al punto original: son necesarios múltiples ciclos para aumentar la precisión de esa recurrencia. Lo mismo ocurre con la retrogresión de los nodos lunares, etc.
Resulta que, puesto que este residuo cuya progresión incremental en cada elaboración sucesiva del ciclo ondulatorio -- que representa por tanto una onda fundamental subsidiaria en el mismo sentido que el ciclo de precesión del punto equinoccial -- define además las propiedades de la recurrencia de dicho ciclo a un estado original, se puede argumentar que define tanto la longitud de onda de la luz visible (en algún valor dado del orden de 660 nm dependiendo de ciertas suposiciones sobre la periodicidad temporal* del ciclo) como las propiedades del momento angular S del electrón interpretado como un efecto ondulatorio real descrito por esta dinámica de progresión y recurrencia de ondas.
Sí, es un principio unitario de onda oscilatoria universal; ¿qué esperabas? La teoría cuántica de campos desde un ángulo visionario. El aspecto más controvertido de esta concepción es que debe imputarse una escala temporal significativa a lo que es principalmente un modelo geométrico de esa dinámica de onda oscilatoria (o interferencia de onda) sin la cual no es más que un modelo de relaciones armónicas dinámicas; y es la concepción de una propiedad oscilatoria o alternante efectivamente universal implícita en ese principio de onda lo que permite inferir una correspondencia entre esa dinámica de recurrencia de onda llevada a un orden superior y la escala de la frecuencia de la luz visible cuando tal periodicidad se atribuye hipotéticamente a esa dinámica.
Por cierto, un análisis más profundo del mismo modelo es capaz de explicar la base del cambio en el valor de la constante de acoplamiento en QED desde la equivalencia con el FSC hasta alrededor de 2/255 a energías más altas, según la inferencia de una de sus relaciones geométricas secundarias.