La multiplicación de matrices corresponde esencialmente a la composición de transformaciones lineales en un espacio vectorial. Por este motivo, no hay razón para esperar que exista una buena relación entre los vectores propios y los valores propios después de la transformación. Por ejemplo $A,T\colon\mathbb R^2\to\mathbb R^2$ donde $$A=\begin{bmatrix}1&0\\ 0&1\end{bmatrix}, T=R_\theta=\begin{bmatrix}\cos\theta & \sin\theta \\ -\sin\theta & \cos\theta\end{bmatrix}$$ así que $A$ es la identidad, y $R_\theta$ es la rotación en sentido contrario a las agujas del reloj en ángulo $\theta$ . Ahora bien, si $\theta$ es un ángulo genérico como, por ejemplo, $\pi/3$ entonces $T$ no tiene vectores propios, porque todo está rotado y nada tiene una dirección fija. Esto demuestra que no podemos tener algún tipo de relación entre los vectores propios de $A$ y $TA$ ni entre $A$ y $AT$ porque los vectores propios podrían no existir.
Por otra parte, hay algo significativo que decir sobre $TAT^{-1}$ . Observa que, algebraicamente, $TAT^{-1}(Tv)=TAv = T\lambda v = \lambda(Tv)$ dado cualquier vector propio $Av=\lambda v$ . Así, los vectores propios se transforman mediante $T$ y los valores propios permanecen fijos. Esto se debe conceptualmente a que cualquier expresión del tipo $TAT^{-1}$ puede interpretarse como un cambio de base según $T$ y $Tv$ es simplemente la expresión del vector en términos de las nuevas coordenadas. Esto es válido siempre que $T$ es invertible.