La teoría cuántica modela las propiedades físicas de las partículas asignando a cada una de ellas una función del espacio y el tiempo conocida como su función de onda. La función de onda representa, entre otras cosas, la probabilidad de que una partícula se localice en una zona determinada. Donde la magnitud de la función de onda es cero, la probabilidad de que la partícula se encuentre en esa zona es cero; cuanto mayor es la magnitud de la función de onda en una zona determinada, mayor es la probabilidad de encontrar la partícula allí.
La función de onda asociada a una partícula cambia como consecuencia de las interacciones con otras partículas. Existe un gran debate sobre el mecanismo que interviene en este proceso, y las distintas interpretaciones de la teoría cuántica consideran estos cambios de maneras diferentes. Según la interpretación de Copenhague, los cambios discontinuos en la función de onda pueden denominarse "colapso" o "salto cuántico", dependiendo de la naturaleza del cambio. El término "colapso" se utiliza de forma más natural cuando una función de onda que comenzó muy extendida se vuelve mucho más localizada. La causa de estos colapsos es una interacción entre partículas. Por ejemplo, un electrón que cae sobre una placa fotográfica puede ser absorbido o provocar una ionización. Para que una interacción desencadene un colapso, no es necesario en absoluto que se realice una "observación" o "medición", aunque en el estudio de tales interacciones a menudo se hace.