Por alguna razón, a los alumnos a los que enseño siempre les encanta la épsilon-delta (no es que escriban buenas pruebas de épsilon-delta per se), y cuanto más "mal" la enseño, más la disfrutan. Lo "incorrecto" que me gusta hacer es definir los números reales a través de las secuencias de Cauchy desde el principio, al menos a mano alzada.
Llamar "real" a un número real es orwelliano: ninguno de ustedes ha visto nunca un número real. Se puede calcular pi hasta 100, 1.000 o un millón de cifras después del punto decimal, pero nunca se puede escribir todo, nunca se sabe exactamente lo que es. Incluso números como 0 y 1 son desconocidos como números reales. Puedes escribir "0,00000..." hasta que se te ponga la cara azul, pero nunca sabrás si el número que has escrito era realmente cero o no, porque podría haber un escurridizo "...000001..." a la vuelta de la esquina para morderte.
Así que los números reales vienen con "pelusa". Son inherentemente "borrosos". No hay manera de evitarlo. Puedes fingir que son puntos sobre una línea y estrellarte de bruces contra las paradojas de Zenón, o puedes aceptar su imprecisión y trabajar con ella; y yo sostengo que el cálculo no es otra cosa que ese "segundo enfoque".
Así que mi "épsilon" es la pelusa. Son todos esos dígitos de "pi" (o de "cero") que nunca anotaste. Es el árbol que cae cuando nadie está allí para oírlo. Es la brecha entre el conocimiento humano y la verdad universal. Como tal, forma parte de lo que es un número real: un número real (tal y como lo observan los seres mortales) viene con pelusa. Una función continua de los reales a los reales, por tanto, tiene que "respetar la pelusa".
De todos modos, por muy contraintuitiva que sea (tal vez), esta motivación me ha funcionado de maravilla en la práctica. Y por eso sigo utilizándola, y sigo entusiasmándome con ella, y es la mejor parte del curso, año tras año.
Añadido : Interpretando el verbo "motivar" de otra manera, siempre hablo de la historia de las ideas con cierta profundidad (yo mismo lo aprendí de wikipedia y de libros de historia de las matemáticas), y de lo mucho que la gente se esforzó por encontrar la definición "correcta", sin éxito, hasta que Bernard Bolzano (¡principalmente un sacerdote católico!) dieron por fin con una idea que funcionó en 1810. ¿Qué idea intentaban captar? ¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué tardaron 2.500 años (de Zenón de Elea a Bolzano) en dar con la idea correcta?
También hablaré de que la definición ha sido reelaborada y destilada por muchas muchas personas - primero sus inventores, luego los matemáticos, después los autores de libros de texto, perfeccionándose cada vez más y haciéndose cada vez más pequeña hasta que lo que queda parece a quien la ve por primera vez una pequeña piedra fría y dura. Sólo cuando la pules (la trabajas mentalmente y resuelves problemas) y la iluminas con una luz brillante (le das sentido por ti mismo a todos esos cuantificadores anidados) puedes verla por fin como lo que es: un diamante.