1) Tras entrar en contacto, se forma un enlace químico entre partes de las dos superficies, llamado adhesión, y las cargas se desplazan de un material a otro. Cuando los materiales se separan, las cargas no tienen la oportunidad de invertir su camino. Cada sustancia tiene una tendencia diferente a donar carga eléctrica al formar enlaces químicos, lo que puede medirse como el potencial electroquímico de sus iones. Esto depende de las estructuras reticulares, químicas y atómicas de la sustancia, es decir, de muchos factores.
2) Existe un alto límite teórico. Si se deja que la carga se acumule en el no conductor, es menos probable que se formen futuros enlaces químicos, ya que ahora existe una fuerza eléctrica repulsiva. En los dispositivos prácticos, como los generadores de Van de Graaff, al igual que en la naturaleza, como las nubes, se alcanzan primero otros límites (la tensión de ruptura del aire, más allá de la cual habrá un rayo).
No se necesitan 19 lanas más, sólo hay que reponer los electrones de la primera lana antes de volver a utilizarla, lo que puede hacerse poniendo en contacto su superficie con un conductor conectado a tierra.