Hace 35 años dije: "No hay nada como un PLC para la automatización industrial", y lo sigo diciendo.
El controlador lógico programable o PLC, desarrollado especialmente para satisfacer las necesidades de la industria automovilística, es robusto y flexible y ha demostrado ser capaz de soportar las exigencias de los entornos industriales más duros.
Hace cincuenta años, el pilar del control automático de máquinas especiales era la lógica de relés cableada que se apoyaba en temporizadores electroneumáticos/motorizados, contadores electromagnéticos de rueda de dígitos, selectores de pasos y relés enclavados.
Las máquinas especiales habían surgido para realizar operaciones de mecanizado fiables, repetitivas y secuenciales en la fabricación en serie de componentes de automóviles.
Luego vinieron las compuertas lógicas electrónicas, los módulos de compuertas cableados, los temporizadores, los contadores y los registros de desplazamiento, seguidos del control básico por microprocesador, que no tuvo una aceptación inmediata (resistencia al cambio).
Los primeros autómatas programables basados en microprocesadores se limitaban a realizar funciones lógicas mediante módulos de entrada, salida, temporizador, contador y enclavamiento. El dominio de la lógica de los relés facilitó la programación y la resolución de problemas mediante "diagramas de escalera", lo que permitió que los autómatas programables se hicieran cargo del control automático de máquinas especiales.
Más tarde, la introducción de funciones aritméticas y de control de procesos hizo que el PLC fuera bastante versátil. Luego llegaron el servocontrol y el control numérico por ordenador y el resto es historia.
En el campo de las pruebas y las mediciones, el PC industrial manda, con el apoyo de módulos dedicados a la adquisición y el control de datos, incluido el software, de reputados fabricantes.
Ahora juzgue usted.