Alrededor de 1927, se produjo una transición de la "vieja" mecánica cuántica a la "nueva" mecánica cuántica. La antigua mecánica cuántica tenía muchos problemas, y las deficiencias del modelo de Bohr eran uno de ellos. En la nueva mecánica cuántica se abandona por completo la idea de trayectorias clásicas para las partículas. En su lugar, se propagan como ondas.
En última instancia, la razón para preferir la nueva mecánica cuántica es que concuerda mejor con el experimento. Un experimento decisivo fue el de Bothe-Geiger en 1926, que refutó la idea de Bohr de que la luz podía seguir describiéndose de forma clásica y que sólo había que cuantificar el átomo. La antigua mecánica cuántica también se equivocó en varias cosas en su descripción del átomo, por ejemplo, predijo que el átomo de hidrógeno tenía un momento angular orbital de $1\hbar$ en su estado básico, en lugar del valor correcto de cero.
Así que, en resumen, el tercer postulado de Bohr no era un problema aislado de la antigua mecánica cuántica que había que arreglar por una razón específica.